El 30  de diciembre de 
1947, no más llegar al hogar que la esperaba en Corrientes,  Teresa 
Adelina Sellares puso la impronta del arco iris que se formaba. 
                   
                  A los  nueve, precoz compositora en la guitarra que 
afinaba de oído, anunció que de  grande sería música popular y empezó a 
estudiar con el maestro Blas Benjamín de  la Vega. 
                   
                  Cincuenta  años después, prepara su vigésimo cuarto 
disco, se acuerda de por lo menos  cuatrocientas de sus canciones y 
recorre el país con su banda para, en cada  regreso, acoplarse a los 
asuntos de los cinco hijos, mimar a los once nietos y  disfrutar de 
tanto amor como sabe procurarse. 
                   
                  Es  cierto que la biografía familiar más los sonidos y
 las palabras que poblaban la  amplia casa correntina lo preanunciaban.  
                   
                  La  historia cuenta acerca de un bisabuelo catalán 
médico, eximio pianista, y otro  bisabuelo alemán, pintor y  concertista
  de guitarra, compañero de Stokovsky y responsable del rapto de una 
condesa para  traerla a América y comenzar la siembra. 
                   
                  El  hogar habla de letras y de músicas, de una mamá 
maestra y de un papá que emitía  para la vecindad su colección completa 
de música clásica. “Vivíamos en una  biblioteca y en una discoteca”, 
sabe Teresa.  
                  Las  noches de invierno en la sala eran para compartir
 el ciclo de teatro leído de  Radio Nacional y las tardes de verano en 
el campo de Mercedes para no perderse  ningún baile ni bautismo ni boda 
de los peones, paradita Teresa junto a la  orquesta, en la pista de 
tierra mojada. 
                   
                  A los  16, en el ´64, la nena recibió su título de 
maestra, empezó la carrera de  Literatura en la facultad de Humanidades 
de Resistencia, tomó un  compromiso  político que hoy sostiene y  se 
puso de novia con el hijo de una familia de trabajadores. 
                   
                  Tanto  fue mucho para una familia tradicional 
desacomodada ya por el divorcio de los  padres. Y las reglas cambiaron 
en la vida de la princesita rubia de ojos claros  quien, a partir de 
semejante declaración de independencia, vio cercenadas las  mieles que 
habían endulzado toda su crianza.  
  “Para  que te acostumbres”, había sido la sentencia paterna. 
   “Puede casarse” fue la de la jueza que medió,  autorizando la boda de
 la menor de edad. 
   
  “Si ya  lo hice me la banco”, pensó Teresa esa primera   noche que no 
lograba conciliar el sueño sobre el suelo tapizado en papel  de diario 
del rancho alumbrado a candil en la escuelita de El Dorado, Misiones,  
con el vecino más cercano a casi dos kilómetros.  
   
                  Fue la  calidez de los vecinos la que le acercó una 
cama, le suavizó la vida y le  procuró las pautas para ese nuevo rumbo. 
Ella les enseñaba a leer allí, a sumar  y a restar; y a cantar, en 
cuanto pudo llevar su guitarra. 
                  Muy  temprano murió su padre, tres meses antes del 
nacimiento de Guillermo, el  primer hijo, a sus veinte años. 
                   
                  De  vuelta en Corrientes, concursó y entró como 
primera solista del Coro de la  Orquesta Folklórica de la provincia al 
tiempo que daba y tomaba clases,  componía, cocinaba, recibía premios en
 cuanto festival de la nueva música  correntina se presentara e iba 
trayendo al mundo a Camilo, a Verónica, a  Federico y a Gustavo entre 
idas y venidas. 
                   
                  Llevaba  bastantes kilómetros de ruta cantando junto 
al maestro Astor Piazzolla y su  Quinteto cuando en 1979 empezó la 
mudanza definitiva a Buenos Aires, cobijado  su desarraigo por la 
calidez de las buenas amistades. 
                   
                  El  Teatro del Bajo, La Manzana de las Luces, el 
anfiteatro de la Universidad de  Belgrano, la Sala Planeta, el teatro 
Popular de la Ciudad, el Museo Larreta,  bellas salas de aquellos años, 
le dieron escenario al camino solista de Parodi. 
                  En  1980, con el auspicio de la Dirección de Cultura 
de su provincia, debutó  grabando el primer disco, Teresa Parodi  desde Corrientes.
  
                   
                  Poco  después, tras  componer la música para la  
cantata “Llegada de un jaguar a la tranquera”, de Francisco Madariaga, 
imprimió  su huella compositora al musicalizar poesía de Jorge Calvetti,
 de Manuel J.  Castilla, de Jorge Luis Borges, de Leopoldo Marechal.  
                   
                  Parte  de ese trabajo quedó guardado en Canto a  los hombres del pan duro,
 un cassette registrado en apenas una hora de  grabación. 
                   
                  Con su  guitarra y temas tan propios como 
desconocidos, pisó firme el escenario de  Cosquín para alzarse con el 
premio Consagración 1984 del Festival Nacional de  Folklore y con las 
tarjetas de los directores artísticos de todas las compañías  
grabadoras. 
                   
                  Varios  meses más tarde recibió una llamada de 
Leopoldo Bentivoglio, de Polygram: 
  “Esperaba  su llamado”, le dijo él.  
  “Y yo  el suyo”, le dijo ella, genio y figura. 
  “Confió,  me dejó grabar mis canciones y El  Purajhei explotó", 
habla Teresa de aquel 1985 en el que llovieron  discos de Oro y de 
Platino simples y dobles.  
  “Pedro  Canoero” y “Apurate José” levantaron vuelo, se convirtieron en
 los temas más  escuchados y no aterrizaron nunca más.  
                   
                  Por  varios años seguidos Teresa Parodi colmó el 
Stadium Luna Park siempre que quiso  y a repetición. Tanto, que una de 
las primeras veces la tía Chichota, venida de  Corrientes, se preocupó: 
“Teresa ya no es más sólo de nosotros, ¿cómo vamos a  hacer con tanta 
gente?” 
                   
                  Trashumante,  no dejó un solo festival de la vasta 
Argentina sin arrasar, intercalando los  vuelos que la llevaban a San 
Diego, Houston, Washington, Nueva  Orleans, Nueva York, Los Angeles, 
Miami,  Santiago de Compostela, París, Bruselas, Cuba, Distrito Federal 
mexicano,  Chiapas, Monterrey, Amberes, Zurich, Barcelona, Mataró, 
Estocolmo, Amsterdam,  San Pablo, Berlín, Sevilla. 
   
  Con el alma en vilo le 
procuró el premio de la Asociación  de Cronistas del Espectáculo (ACE) 
como mejor disco del año 1994 en la  categoría Solista Femenina. 
                   
                  Al año  siguiente recibió el Premio Konex de Platino 
al mejor autor / compositor de la  década.  
                   
                  Teresa  Parodi eligió resistir a las burbujas del 
menemismo y montó su trinchera  itinerante en la mínima expresión de un 
unipersonal. Como dicho al pasar 
obtuvo el premio Estrella de Mar por la  temporada veraniega de 1996 y 
se convirtió en disco durante las memorables  funciones en el Teatro 
General San Martín de Buenos Aires. 
                   
                  1999  fue el año de su retorno a los grandes 
escenarios y a los festivales de todo el  país, cuando Cosquín la premió
 con el "Camín de Oro" a la  trayectoria.  
                  Ese  mismo año fue destacada con el prestigioso premio
 del Fondo Nacional de la  Artes. 
                   
                  Redescubierta  por los medios y el público más masivo,
 Teresa se consolidó como una de las  grandes autoras y compositoras del
 país y el continente. 
                  En el  verano de 2002, su canción "Resistiendo" se 
convirtió en un himno  para tantos seres agobiados por las 
circunstancias económicas y políticas  imperantes. 
                   
                  En  julio de ese año, la iniciativa tesonera de Parodi
 y “Resistiendo” como  espectáculo le dieron envión a la reapertura del 
tradicional teatro Ateneo para  la música popular argentina. 
                   
                  En  marzo de 2003 firmó contrato con BMG y grabó Soy feliz con la 
producción artística de Afo Verde, álbum por el  que recibió el Premio 
Gardel a la Música. 
                  Tras Pequeñas revoluciones 
(SonyBmg, 2005) y  muchos miles de kilómetros más, Teresa Parodi 
transita un presente de muchos  buenos planes, tareas públicas, ajetreos
 privados y nuevo disco en marcha. 
                   
                  Al año  siguiente, Teresa también dirigió la Dirección
 General de Música de la Ciudad  de Buenos Aires, de la que es Ciudadana
 Ilustre. 
                   
                  El año  2007 fue un momento de balance de su vida 
discográfica, con la edición de Autobiografía un disco 
que ella misma  define como “una manera de repasar mi vida con la 
canción”.  Entró al estudio a regrabar 13 clásicos de su  repertorio 
(“Pedro Canoero”, “Apurate José”, “Canción para Verónica”, “A la  abuela
 Emilia”, entre otros), además de una versión de “El ángel de la  
bicicleta” de León Greco y 4 temas nuevos, entre los que se destaca “Aún
  caminan conmigo”, acompañada por la Orquesta Juan de Dios Filiberto. 
   
   
 
   
Artista: Teresa Parodi  
Album: Corazon de pajaro (2009) 
Formato: MP3  Tracklist:  
01 - Teresa Parodi - BARCO QUIETO 
02  - Teresa Parodi - TÚ QUE PUEDES VUELVETE 
03 - Teresa Parodi - ORACIÓN DEL REMANSO 
04 - Teresa Parodi - SOLEDAD 
05 - Teresa Parodi - LA INESPERADA 
06 - Teresa Parodi - PARA TODA LA VIDA 
07 - Teresa Parodi - ME GUSTA JUJUY CUANDO LLUEVE 
08 - Teresa Parodi - PRIMERA SOLEDAD 
09 - Teresa Parodi - TARUMBA 
10 - Teresa Parodi - LA PACIENCIA POBRECITA 
11 - Teresa Parodi - CORAZÓN DE PÁJARO 
12 - Teresa Parodi - ROMANCE DE INFANCIA Y BARRIO 
13 - Teresa Parodi - PASTORA DE SOLEDADES 
14 - Teresa Parodi - PALOMA, PALOMITA  
   
http://linksave.in/11042981034b0451966cb24 |  
 
 | 
No hay comentarios:
Publicar un comentario